Desde 1945 ha habido 8 hombres que han asumido la Secretaría General de Naciones Unidas. Sólo hombres - 8 - uno detrás de otro. Según los miembros del Consejo de Seguridad, a lo largo de estos 71 años ninguna mujer ha merecido ser elevada a esta responsabilidad.
Ha llegado el momento de ver a una mujer al frente de la Secretaría General. Y lo es porque como ha dicho la ministra de asuntos exteriores de Colombia, necesitamos cambiar la forma en que se concibe y se ejerce el liderazgo en el mundo.
Por ello no nos vale cualquier mujer. Que quede claro esto también. Necesitamos a una mujer preparada y resuelta a impulsar una transformación radical de los liderazgos y
convertirlos en una plataforma para transformar el mundo sobre la base del
principio de igualdad.
Una igualdad que se exprese con la eliminación de todas las
formas de opresión y discriminación. Que tenga a la humanidad - y no al dinero - como referencia,
y que, por tanto, implica trascender el género y abandonar aspiraciones
androcéntricas porque no se trata solo de que las mujeres se igualen a los hombres,
sino que el objetivo es mucho más ambicioso, se trata de que todos los seres humanos nos relacionemos como iguales.
Las mujeres constituimos el grupo marginado más numeroso del
mundo y el que probablemente ha sufrido discriminación durante más tiempo.
Desgraciadamente no somos el único grupo humano oprimido. Además, muchas
mujeres no son discriminadas únicamente por razón de género, sino que sufren
una intersección de discriminaciones que multiplica su vulnerabilidad. La aceptación de la
interseccionalidad o de la existencia de discriminaciones múltiples o
acumuladas (Patricia Hill Collins) no debería conducir, sin embargo, a la
fragmentación del feminismo. Porque por encima de las diferencias las mujeres
nos podemos reconocer mutuamente. Y porque las discriminaciones - entrelazadas
o no - nos llevan al mismo resultado, la jaula limitadora de la opresión.
Es verdad que las circunstancias de las mujeres son muy
diversas y que varían en función del contexto social, geográfico, político,
económico o cultural. Pero sean cuales sean las particulares condiciones, el
liderazgo de las mujeres debe promover un mundo sin opresión, más justo y más
igualitario en que ni el género ni otros factores obstaculicen el desarrollo
humano pleno de cualquier persona.
Para conseguir este gran objetivo hay que impulsar un
liderazgo que no esté basado en el poder, sino en el reconocimiento y en la
autoridad que emana de éste. Un liderazgo que no se construya sobre dinámicas
competitivas, sino colaborativas (las mismas que las mujeres hemos desarrollado
durante siglos en los espacios privados y en la sociedad civil).
No creo que estos nuevos
liderazgos no puedan ser asumidos por hombres, pero las mujeres – como miembros
del grupo humano oprimido más numeroso del mundo – merecemos una oportunidad y debemos conscientes
de nuestra responsabilidad.
Por todo lo dicho, no es suficiente conseguir que algunas
mujeres ocupen posiciones de poder desde las que se adoptan decisiones
relevantes, sino que es además imprescindible que las que ocupen esas
posiciones sean conscientes de la función que están llamadas a cumplir y de la
responsabilidad que conlleva.
Hay que promover un desarrollo inclusivo y sostenible frente
a los modelos basados en el crecimiento económico depredador del planeta
(Agenda Post2015). Hay que comprometerse con la lucha contra la pobreza en el
marco de la búsqueda de la justicia global, con la defensa de los derechos
humanos, con el fortalecimiento de la democracia real con nuevas fórmulas como
la de la “democracia genérica” (Marcela Lagarde), con las políticas públicas al
servicio y al alcance de todos (educación, salud…), con la búsqueda y
consolidación de la paz, etc.
Es todo esto lo que pedimos cuando reclamamos el liderazgo. Y es todo esto lo que le pedimos a la MUJER que ocupe la SECRETARÍA GENERAL DE NACIONES UNIDAS.
SI ESTÁS DE ACUERDO Y QUIERES CONTRIBUIR, PUEDES MANDAR CARTAS A LOS MIEMBROS DEL CONSEJO DE SEGURIDAD, A TRAVÉS DE LA ORGANIZACIÓN Equality Now
El proceso de selección está ganando en transparencia. Es la primera vez que los candidatos han sido examinados informalmente por la Asamblea General. Y todavía hay tiempo para proponer nuevas candidatas. Todo indica a que el momento ha llegado. Ahora sólo nos queda que se elija a la mujer adecuada.
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