Las hermanas Paciencia y Helena trabajaban en Monrovia, en el Hospital Católico de San José. De allí se trajo el gobierno de España al padre Miguel, infectado por el ébola, y dejó abandonadas a su suerte a Paciencia, Helena y Chantal. En condiciones terribles, las hermanas superaron el ébola. Lo vencieron con su voluntad y con la única ayuda del paracetamol. El padre Miguel y la hermana Chantal no lo consiguieron. Es difícil imaginar el horror sufrido por Paciencia y Helena, confinadas en una habitación sin ninguna asistencia.
Las hermanas vencieron al ébola y siguiendo las instrucciones de la Orden San Juan de Dios y a petición del Gobierno español, llevan un tiempo en España, donando su sangre para fabricar un suero mágico que puede ayudar a otras personas infectadas por el virus a vencerlo. La sangre de Paciencia ha podido salvar la vida de Teresa Romero y se podrá utilizar para tratar a otros posibles enfermos españoles. A pesar de que nuestro gobierno se mantuvo impasible ante todos los que pedían que se trajera a Paciencia y Helena junto al padre Miguel, ahora en un impresionante gesto de generosidad y solidaridad las hermanas no han dudado en acudir al llamado de ese mismo gobierno para contribuir a salvar vidas de nuestros conciudadanos.
Hoy han venido a visitarnos a la Fundación Mujeres por AFrica porque estaban colaborando con un proyecto de la Fundación en su hospital y queriamos darles las gracias. Ha sido un encuentro muy emotivo.
Hoy han venido a visitarnos a la Fundación Mujeres por AFrica porque estaban colaborando con un proyecto de la Fundación en su hospital y queriamos darles las gracias. Ha sido un encuentro muy emotivo.
Para todos aquellos que todavía dudan de si la decisión de repatriar a los padres de la orden de San Juan de Dios fue acertada, la generosidad de Paciencia y Helena es la respuesta.
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