El pasado lunes los tribunales gacaca echaron el cierre en Ruanda. Estas instituciones de justicia tradicional, basadas en las asambleas de ancianos y sabios, han juzgado desde 2001 a más de dos millones de personas, acusadas de violaciones de derechos humanos cometidas durante el genocidio de 1994. El número de personas juzgadas da idea del grado de locura colectiva asesina que se adueñó del país ante la pasividad de la comunidad internacional. El Tribunal penal para Ruanda, con sede en Arusha (Tanzania) se creó en 1994 para juzgar los crímenes más graves, incluyendo genocidio, violaciones del Derecho internacional humanitario y crímenes de lesa humanidad. Pero pronto se vio que este Tribunal, creado mediante Resolución (955 de 1994) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no iba a poder satisfacer las reclamaciones de justicia de todas las víctimas del brutal genocidio, que había causado 800.000 muertos. El sistema de justicia formal ruandés tampoco daba abasto y estaba al borde del colapso (decenas de miles de acusados se encontraban confinados en prisiones en espera de juicio) cuando se decidió abrir la puerta a la participación de los tribunales tradicionales en el proceso de transición ruandés.
Se recurrió al sistema de justicia local «gacaca» para castigar a los cientos de miles de culpables de graves violaciones de derechos humanos (La Ley Orgánica n.º 28/2006 de 27/06/2006 por la que se establecen estos tribunales se puede encontrar aquí). Sólo los imputados por diseñar y liderar el genocidio o aquellos cuyos crímenes alcanzaron especial notoriedad o brutalidad o los que cometieron crímenes de tortura sexual quedaban excluidos de la posibilidad de ser sometidos a este sistema de justicia local tradicional. Todos los demás: asesinos y cómplices, imputados por lesiones o por delitos contra la propiedad han podido ser juzgados en los tribunales gacaca. En estos tribunales se ha ofrecido una sustanciosa reducción de la pena a cambio de una total cooperación y de la confesión de la verdad por parte de los imputados.
Se han expresado dudas sobre si con el sistema gacaca se ha hecho realmente justicia en Ruanda;
de hecho, las críticas han llegado no sólo desde el lado de las víctimas, sino también desde el lado de los acusados. Los primeros se han quejado de que los juicios se han basado fundamentalmente en los testimonios de testigos y de que éstos no han estado lo suficientemente protegidos; los acusados denunciaban que no podían contar con un abogado, por lo que sus derechos de defensa se habían visto mermados. (Se puede encontrar un Informe sobre los Juicios en los Tribunales Gacaca aquí). Los puntos débiles del sistema, entre los que se incluye, la politización del mismo o la falta de profesionalidad de los jueces, fueron denunciados en un informe publicado por Human Rights Watch. No obstante, lo cierto es que se ha conseguido agilizar los juicios, se ha abierto una puerta a la participación de las comunidades locales y se ha facilitado la reintegración a estas comunidades de los perpetradores, después de haber sido castigados.
de hecho, las críticas han llegado no sólo desde el lado de las víctimas, sino también desde el lado de los acusados. Los primeros se han quejado de que los juicios se han basado fundamentalmente en los testimonios de testigos y de que éstos no han estado lo suficientemente protegidos; los acusados denunciaban que no podían contar con un abogado, por lo que sus derechos de defensa se habían visto mermados. (Se puede encontrar un Informe sobre los Juicios en los Tribunales Gacaca aquí). Los puntos débiles del sistema, entre los que se incluye, la politización del mismo o la falta de profesionalidad de los jueces, fueron denunciados en un informe publicado por Human Rights Watch. No obstante, lo cierto es que se ha conseguido agilizar los juicios, se ha abierto una puerta a la participación de las comunidades locales y se ha facilitado la reintegración a estas comunidades de los perpetradores, después de haber sido castigados.
A pesar de las luces y sombras del sistema, los tribunales gacaca han sido desde luego una experiencia muy relevante de utilización de sistemas de justicia tradicional en los procesos de reconciliación: SRIRAM, C.L., MARTÍN-ORTEGA, O., HEMAN, J., «Beyond justice versus peace: transitional justice as part of peacebuilding strategy» Center on Human Rights in Conflict. Working Paper, n.º 1, 2009, p. 9
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