Escribo esta entrada con una gran preocupación por lo que está pasando y por lo que no está pasando en la Unión Europea. Una Unión que parece haber perdido irremediablemente el rumbo y cuyas instituciones han dejado de inspirar confianza para empezar a generar cada vez más desafección.
En espera de un nuevo plan de recortes de nuestro Gobierno, que parece que incluirá indefectiblemente una subida del IVA, hay que subrayar que Europa es probablemente la región que soporta mayor presión fiscal en el mundo actual, una presión que, hasta ahora, se justificaba por la necesidad de mantener el Estado social, una conquista europea. Sin embargo, en este momento se puede cuestionar el aumento o el mantenimiento de esa presión fiscal tan alta en un contexto de desmantelamiento del Estado social.
En el caso español, como se han encargado de subrayar por activa y por pasiva y muy acertadamente, desde economistas contra la crisis, la deuda más importante es la privada y no la pública (por lo menos hasta el momento). Existe ciertamente una responsabilidad social colectiva. La sociedad española tentada por los cantos de sirena del liberalismo económico se había entregado a un consumismo exagerado, alentado por una banca irresponsable. Por tanto, hay también una responsabilidad fundamental del sistema financiero. No sólo del español, sino del europeo, pues los bancos españoles pudieron financiar la burbuja porque la banca europea les concedió créditos. El sector financiero tiene que refundarse y debe costear la solución a la grosera acumulación de errores. Debe dejar de entregarse a la economía de casino. Un sector tan ineficiente y tan poco comprometido con un mínimo de ética, debería virar por completo y asumir su responsabilidad social y contribuir al crecimiento real de los países. Hace falta una reglamentación que limite su margen de maniobra. Una reglamentación de verdad, que no se base en una presunción de confianza hacia los que han demostrado con creces que no la merecen. Estoy pensando en el escándalo de la manipulación del Euribor. Y llueve sobre mojado. Y seguirán cayéndonos chaparrones si no se hace nada para evitarlo.
Una sociedad que ha aprendido de esta crisis, debería cuestionar el discurso incoherente que sostiene sin más que el consumo es bueno para la economía. El consumo es bueno, pero siempre que no sirva para resucitar el modelo económico actual. Hay que replantearse el modelo económico.
Para ello os propongo leer o releer a Karl Polanyi (1886-1964: La Gran Transformación, El Sustento del Hombre). Él se lamentaba a mediados del siglo pasado de que la economía de mercado había pasado a dominar todas las instituciones sociales, en vez de estar empotrada en una relación más equilibrada con estas últimas. Pedía que se reformulara la relación entre lo económico y lo social. En su obra se niega que la economía de mercado sea la única opción y se critica que en el modelo de economía de mercado la ganancia (economía formal) prevalece sobre la subsistencia (provisión de bienes materiales). La consolidación de la economía de mercado había llevado a la creación de una sociedad de mercado, abocada a su autodestrucción.
Todo aquello que denunciaba Polanyi ha llegado a su punto culminante en el marco de la Unión Europea.
Y en la línea de lo que profetizaba Polanyi, puede terminar en el suicidio colectivo de Europa. Un proyecto como el de integración europea, centrado en el terreno económico, nació con un pecado original: situar lo económico por encima de lo social. A decir verdad, lo social nunca ha sido un ámbito de la Unión. Y sin haber purgado el pecado original, nos hemos encontrado en una situación en la que no sólo la economía domina a lo social, sino en la que el Estado y toda la Unión Europea se han convertido en rehenes del sector financiero.
Y en la línea de lo que profetizaba Polanyi, puede terminar en el suicidio colectivo de Europa. Un proyecto como el de integración europea, centrado en el terreno económico, nació con un pecado original: situar lo económico por encima de lo social. A decir verdad, lo social nunca ha sido un ámbito de la Unión. Y sin haber purgado el pecado original, nos hemos encontrado en una situación en la que no sólo la economía domina a lo social, sino en la que el Estado y toda la Unión Europea se han convertido en rehenes del sector financiero.
En este momento es necesario que las instituciones europeas y los Estados europeos tengan en cuenta que las decisiones económicas que están tomando tienen unas consecuencias sociales gravísimas. Hay que hacer recortes, pero éstos se deben acompañar de medidas que incentiven el crecimiento. Además, ya se ha repetido hasta la saciedad, el Banco Central Europeo debe dejar de boicotear, por omisión, al euro.
En esta situación, hablar de una refundación de la Unión Europea y de la creación de una verdadera unión política, parece peligroso porque sería desastrosos que se hiciera bajo el dominio de una pura racionalidad económica y financiera. Hay que repensar a la Unión, pero será mejor hacerlo más adelante, cuando se haya entendido que debe haber un equilibrio real entre la economía y otros aspectos de la vida social y que hay que construir una alternativa a una sociedad de mercado.
Discrepo de ti, Alicia. Cuando escribes “La sociedad española tentada por los cantos de sirena del liberalismo económico se había entregado a un consumismo desaforado, alentado por una banca irresponsable” haces una crítica a un pensamiento, el liberal, que, en mi opinión, poco tiene que ver con esta crisis y, por otra parte, descargas de responsabilidad a esa sociedad, que pareciera compuesta por menores de edad inimputables que se dejan arrastrar por los cantos de sirena. El liberalismo es una idea derrotada; la sociedad de masas actual casi nada tiene de liberal. Cuando Ortega y Gasset dice que España es el problema y Europa la solución, piensa en la Europa de tradición liberal y humanista, en la Europa que desapareció con la llegada de los totalitarismos. Hoy día nadie es liberal en ese sentido clásico. Los partidos de izquierda lo son en un sentido (el moral, el religioso) y los de derechas en otro (el económico), pero no hay ningún partido en España genuinamente liberal con representación parlamentaria.
ResponderEliminarPero sí es cierto que la banca ha tenido un comportamiento irresponsable y poco ético. No obstante, había unas autoridades reguladoras que han sido negligentes o incluso copartícipes de ese comportamiento, y no veo que ni unos ni otros estén afrontando sus responsabilidades.
También dices que “El consumo es bueno, pero siempre que no sirva para resucitar el modelo económico actual. Hay que replantearse el modelo económico.” En tu opinión, pues, hay que buscar otro modelo económico, pero ¿cuál? ¿En qué modelo es bueno el consumo? Karl Polanyi niega que la economía de mercado sea la única opción. Ya sabemos que hay otras opciones, como la economía planificada. ¿A qué modelo económico se refiere el autor?
Afirmas que “Un proyecto como el de integración europea, centrado en el terreno económico, nació con un pecado original: situar lo económico por encima de lo social”. Pero, ¿a que te refieres en concreto con “lo social”? ¿Al deber de atender las necesidades de los más desfavorecidos con parte de la riqueza generada en el mercado libre? Precisamente por eso se necesita un mercado libre que genere esa riqueza. En ningún sistema de producción hay más posibilidades para los económicamente desfavorecidos que en los países con economía de mercado.
Dices que “Hay que hacer recortes, pero éstos se deben acompañar de medidas que incentiven el crecimiento”. ¿Crecimiento dentro de una economía de mercado o crecimiento en otro sistema económico? ¿No contradice esto lo que afirmabas antes sobre que el consumo no debe resucitar el sistema actual? El crecimiento es un concepto propio del capitalismo. Otro sistema de producción o modelo económico tendrá otros objetivos, pero el crecimiento es un objetivo propio del actual. Incluso antes del desarrollo decimonónico del capitalismo, la economía clásica (Adam Smith, David Ricardo) partía en su análisis de una economía estacionaria, sin crecimiento.
Perdón por la extensión. Saludos.
José María
Hola Jose María, gracias por tu comentario y por tus interesantes observaciones. No creo que el liberalismo económico esté derrotado por desgracia. Ahí tenemos a Draghi en el BCE y a de Guindos en nuestro Ministerio de Economía. El liberalismo económico ha sido abonado por derecha e izquierda, aunque con matices.
EliminarLo que parecía claramente injusto ya a nivel global, ahora pasamos a sufrirlo en nuestras propias carnes. Quizás esto nos haga reflexionar con seriedad sobre la necesidad de cambiar las reglas del juego. El crecimiento es bueno, pero no necesariamente el que está inspirado en la búsqueda del máximo beneficio. Necesitamos ciertos bienes y el intercambio y también al mercado. Pero no necesitamos que la economía de mercado fije las reglas. Por supuesto que hay alternativa a la economía de mercado. Se puede profundizar en el modelo europeo de Estado de bienestar, y no cargárnoslo, que es lo que estamos haciendo. Sí al crecimiento, pero no el desorbitado de algunos sectores que buscan la máxima ganancia, sino un crecimiento con sus raíces en la equidad y la justicia social.
La Unión Europea siempre ha carecido de una política social, ámbito en que los Estados siempre se han mostrado reacios a trasferir competencias. Este déficit del proceso de integración es insostenible y lo que está pasando es, en parte, una consecuencia de este déficit social.
Una sociedad de mercado está abocada al fracaso, a la destrucción. Este es el diagnóstico de Polanyi, que se demuestra dramáticamente acertado y premonitorio en su aplicación a lo que está pasando en los países de la Unión Europea.
En todo caso, no hay ninguna fórmula que libre a la sociedad española y europea del calvario por el que habrá que pasar antes de que el desastre empiece a disiparse. Gracias de nuevo por tu comentario.