El consenso de Washington hizo posible la aplicación de un programa radicalmente neoliberal en América Latina en los años 90. Fue un consenso promovido desde las Instituciones financieras y económicas internacionales (FMI, Banco Mundial), que lo impusieron como condición para conceder ayudas a los países latinoamericanos.
La disciplina fiscal, el adelgazamiento del Estado y las reformas tributarias, en las que se ignoraba la necesidad de redistribuir la riqueza a través de impuestos progresivos, fueron los principales ejes del consenso de Washington. Además, se impulsaba la competencia y la liberalización comercial, después de una década proteccionista. Se ignoró completamente la necesidad de prestar atención a la equidad, la justicia social y la lucha contra la pobreza.
Los resultados de la aplicación de este programa neoliberal fueron desoladores. A mediados de los 90 los paises latinoamericanos cayeron víctimas de nuevas crisis económicas (el efecto tequila en México y la devastadora crisis de finales de los 90 en Argentina o Uruguay fueron claros ejemplos).
La fenecida agenda neoliberal de Washington se ha reencarnado en la agenda de Bruselas y se está imponiendo a los países que como España están sufriendo una profunda crisis económica y financiera. La disciplina macroeconómica, el control del gasto y la nula atención a sus nefastas consecuencias en términos de generación de pobreza e injusticia social, son las líneas maestras del Consenso de Bruselas.
Tendríamos que recordar que esta Agenda Neoliberal fracasó estrepitosamente en Latinoamérica. Quizás Finlandia o Alemania hayan aplicado con éxito algunas de las medidas que ahora se imponen a países como España, pero reeditar este éxito en un contexto de crisis es sencillamente IMPOSIBLE, como demuestra la experiencia latinoamericana.
Los países latinoamericanos acabaron cambiando la agenda. ¿Por qué se quiere resucitar el Consenso de Washington en Europa? Preguntemos a las Instituciones europeas y a los gobiernos que las manejan.
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